lunes, 6 de agosto de 2007

EL ELEGIDO

Francotiradores con gusto observan desde las atalayas de sus monitores, y eligen en la red a su presa. Como depredadores profesionales la olfatean, siguen las pistas de su ip, y sin mediar palabra le dan caza. En algunas ocasiones apuntan entre sus ojos con sus rifles de miras telescópicas, y disparan. La presa no siente la bala virtual pero cae abatida. Cuando en alguna ocasión, el francotirador se encuentra con algún enfermo de corazón postrado en su lecho, y que con la ayuda de un bastoncito de plástico sujeto por sus dientes aprieta las teclas de su ordenador para comunicarse con el mundo exterior, no vacila, lo somete a un juicio rápido, y lo salva condenándolo a la inanición en un ataúd que sus seres más queridos depositan bajo tierra.

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