domingo, 20 de marzo de 2011

CRÍTICO


Percibo lamentos, que como una paradoja se multiplican en el aire. Salgo al patio, sin embargo es la radio del vecino la que canturrea. La gata no se inmuta, sólo me mira y me toca con la pata. Sorbo el café rancio y saboreo la torta crujiente. Son las siete y media pasadas.

He tentado al diablo y no me ha hecho caso, me castiga con su indiferencia. Después, cuando se sienta solo, que no me llame. Tendré su desprecio en cuenta.



jueves, 10 de marzo de 2011

REGRESO


No sé si reírme o llorar, algunos domingos oigo que retorna temprano. Si percibe la puerta abierta de mi apartamento me llama, espera a que la invite y luego entra. Una vez más me pregunta por el escalón y, una vez más le relato que tengo la carta escrita y enviada, que sólo espero a que se pronuncien para restaurar el destrozo.

No necesita excusarse por no haber dormido en su piso. Me da igual donde pernocte y si lo hace con una iguana o un tigre de Bengala. Tampoco me importa el atuendo, ni los modos. Me importa que los gatos con tanta salida y entrada no escapen.

Que la gata siga escalando mis hombros y ronronee ante la atenta mirada del macho.