viernes, 20 de julio de 2007

EL FALLO

Hace poco de manera pueril, infantil, como un vulgar escaparatista, eligió a sus comensales para el banquete. El engreído se dirigió a los elegidos sin presentarse, con un plato vacío para que cada cual se autoalimentase con su vómito, y al espectador deleitara. Ninguno se dio por aludido, y él se vio solo en su castillo, sentado a la mesa y con los platos vacíos. Abandonó la apuesta y se refugió en su concha de caracol, babeó y se conectó a la red, buscó consuelo en el emule, fisgoneó y lo encontró: un disco de Marisol. Sin permiso de la autoridad se lo descargó, se tumbó en el sofá y lo escuchó repetidas veces, tantas, que se durmió aburrido.
Mañana otro proyecto.

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