jueves, 15 de noviembre de 2012

POLLO AL AJILLO


¿Cómo debería preparar el pollo para hacerlo al ajillo? Preguntó él.

Es muy fácil -dijo la mujer y añadió: sólo tienes que trocear el pollo, salpimentarlo y, antes que nada echas un poco de aceite en la cazuela, una hoja de laurel, y cuando esté caliente añades unos dientes de ajos, los refríes y los sacas. Coloca entonces, en el aceite, los trozos de pollo y los dejas un buen rato; cuando estén dorados vuelves a echar los ajos y añades el vino blanco, lo pones a fuego lento hasta que se vaya consumiendo el vino y se quede en el aceitito. De vez en cuando mueve las piezas. Lo puedes hacer mañana noche, y así tendrás listo el almuerzo del lunes.

Al día siguiente, la mujer le preguntó por la experiencia y él le contestó que había ido bien. Al mediodía, al terminar la jornada de trabajo, se fueron juntos a la casa de éste para disfrutar del pollo al ajillo y de la compañía de la vieja que a esa hora estaría rumiando, acomodada en el sofá frente al televisor, embelesada como un momia.

Al destapar la cazuela, la mujer lo miró con desconcierto: ¿Con esto piensas que vamos a almorzar los tres? ¿Dónde está el pollo? No veo los contramuslos ¿Y ...la pechuga?

- Ahí esta todo.
- ¿Cómo va a estar todo?
- Lo juro, troceé el pollo como me dijiste, eso sí le quité la piel.
- La piel no influye, aquí falta pollo. Se lo habrá comido ella.
- ¿Cómo se lo va a comer?
- ¿Cenó anoche?
- No, se fue a la cama malhumorada y no consintió en cenar.
- Ahí tienes la respuesta. No cenó, seguro que cuando se ha levantado esta mañana y le ha dado el tufillo del pollo se ha servido algunas piezas.
- ¡Vamos! No seas de tu pueblo.
- !Que sí, que me la conozco! Las otras veces ha sobrado comida y para esta tendremos que freír papas si queremos almorzar los tres.
- Está bien, ya las pelo yo.

Él tuvo que reconocer para sus adentros que era poca comida, pero no se explicaba el misterio. Enseñó a la compañera la pieza que había guardado en el congelador, era la espalda del pollo, puro hueso para hacer caldo. Una extraña sensación le vino al tiempo que la sujetaba, prefirió callar. La guardó otra vez en el congelador y los tres se sentaron a la mesa. Durante el transcurso del almuerzo, la vieja sólo levantó la cabeza del plato para alabar el trabajo del hijo: ¡Qué buen cocinero te estás volviendo!

Sí -contestó él-, con la ayuda de ella, que es la que me enseña.

Ingredientes:

Pollo troceado y despellejado.

Un par de cabezas de ajos.

Aceite y vino.

Laurel, sal y pimienta.

No hay comentarios: