lunes, 10 de diciembre de 2012

SOPA DE TOMATE


Tras el almuerzo, mientras los platos se dejaban acariciar por el estropajo jabonoso, él dirigió la mirada hacia el escurreplatos, para ganar tiempo.

La cena apuntaba como otra de sus asignaturas pendientes y, al observar lo poco que quedaba en el refrigerador, preguntó a su compañera qué hacer para engañar el estómago de la vieja y el suyo propio.

-Déjame ver qué tienes ahí -le instó ella.

Él se apresuró a abrir la inmaculada portezuela, y a continuación se limitó a señalar con el dedo.

-Ajá. Bueno, tienes avíos para esta noche. Tomate, cebolla, ajo y apio. Con esto no necesitas nada más. Prepara una buena sopa de tomate cuando regreses. Yo te dejaré cortada la cebolla y el tomate, y te lo dejo en el frigorífico.

La compañera se afanó en la labor, mientras la vieja entraba en éxtasis enfrentada al televisor. Recogieron las migas de la mesa y rotaron el hule alrededor del palo. Se fueron a la cocina, la anciana levitaba ausente.

Al cabo de unos minutos pasearon tranquilos hasta llegar al trabajo, se enzarzaron en sus respectivos teclados y a las nueve recogieron. Ella lo acompañó hasta su casa, como de costumbre, para enfilar a continuación la autopista hasta su particular nido.

Cuando él subió, hizo vibrar el timbre de manera insistente. La vieja le abrió, no hubo palabras ni gestos. Mientras él se descalzaba, la mujer le preguntó si debía hacer algo. Él le respondió taxativamente: pon la mesa. Ella obedeció y a continuación le hizo la pregunta de rigor: ¿cuchara o tenedor?

-Para mi, cuchara.
-¿Qué vamos a cenar?
-Sopa de tomate.
-A mí me pones poco.
-Cuando termine te sirves lo que te de la gana.

Puso la cazuela a calentar con un chorreón de aceite y añadió la cebolla que su compañera había cortado en juliana fina tras el almuerzo. Una vez rehogada la cebolla agregó un par de dientes de ajo cortaditos en rodajas y, a continuación, el tomate cortado también en cubitos pequeños. No conforme con su estreno, más tarde añadió un poco de apio y algo de calabaza.

Mientras el tomate se freía lentamente, encendió otro fuego y colocó la plancha para tostar unas rebanadas de pan. Después, revisó el tomate y vertió el agua, un poco de sal y una pastilla desmenuzada de caldo de pollo. Llevó a ebullición la sopa y dejó cocer media hora.

A última hora recordó el consejo de su compañera: unas cucharadas de queso rallado potenciarían el sabor del tomate y la cebolla.

Salió de la cocina y se sentó en el sofá contemplando a su madre que se había quedado dormida. Al cabo de un rato miró el reloj, se fue a la cocina, probó el caldo y sacó los platos de la alacena. La sopa estaba en su punto. Entonces lanzó un grito a la madre y ésta se apresuró a sentarse a la mesa. Cenaron sin mediar palabra.

Ingredientes:
Cebolla
Tomate
Ajo
Aceite
Apio
Calabaza (opcional)
Pastilla de caldo
Queso rallado (opcional)
Pan tostado y agua.

2 comentarios:

mera dijo...

Maki: ¿Se enfadará tu mamá si pasamos a cenar?. Te dejo en el frenopático, en con tu prima, y me plantas cocina para impostores, pero sin iompostar. Un saludo.

Makiavelo dijo...

Mera, dice mi madre que ella preparará el lacón con grelos, y que no olvides el ribeiro.

Saludos.