¡Qué sofoco! Abrir la
puerta de la calle y comprobar que mi Pepe no está acurrucado en el
sofá.
¡Mal de ojos para mi
suegra!..., que seguro se lo ha llevado a rastras a la cama. Bien
se le podían torcer las piernas, caerse de bruces y estampar el
careto contra el gres del salón; sería una buena forma de
asegurarle una butaca de primera en el cielo de los enajenados. Estoy
segura de que no caerá esa breva y tendremos suegra para rato.
Bueno, me ducho, me
recojo el pelo y me tiendo a los pies de mi Pepe para hacer mi papel
de amante fiel. Y a esa que le den, para cuando se levante mi Pepe le
habré calentado el nescafé, nos desayunaremos unos buenos churros,
y para ella... el pan de ayer, que se apañe unas rebanadas fritas
en la sartén, a ver si con eso los cuatro dientes que le quedan se
le jubilan anticipadamente y la exhibimos en la próxima feria como
fenómeno aborrecible.
Uhmnnn... mi Pepiño ¿Ya
te has despertado? ¿Cómo te ha sentado el cafetito de la mañana?
Si, no me mires así, ya sé que ayer fui mala y me escapé mientras
dormías, pero ya ves... aquí estoy como siempre, pendiente de ti.
Qué van a ser hoy ¿las uñitas de los pies? ¿Quieres que te las
cortes mientras ves la tele? Por tu mami, no te apures, no te la vas
a cepillar, déjala que ronque, que el día es muy largo y es muy
pesada. Mientras más ronque, más libre estaremos nosotros.
Bueno, te voy a acomodar
en el salón, mientras... me acicalo, me lavo la cabeza con el champú
de caballo, ese que anuncian a discreción las pavas en internet y le
dejo a ella, a tu mami, los platos y las tazas para que se entretenga
con el fregado y se sienta útil. ¿Qué te apetece para almorzar?
Macarrones, espaguetis... ya sabes que hoy toca pasta. La herviré
yo, y no pongas esa cara que a ti siempre se te pegan al cocerlos
¿Cómo los vas a querer, a la boloñesa, a la carbonara?
Bueno, se ve que hoy no
te has levantado muy hablador ¿Quieres que te sacuda la manguerita?
Venga... no pongas esa cara, que nadie me está oyendo, y por tu
madre no te preocupes que a buen seguro el haloperidol está haciendo
su efecto.
Ahí con los teleñecos
¡Qué barbaridad, cómo pesas! Ni que tuvieras adoquines en los
bolsillos, a la hora del almuerzo te las apañas tu y te sientas a la
mesa, que yo no te traigo los platos al sofá.
Ya estoy de vuelta
cariño. Qué, cómo va la caja tonta, te pone o no te pone. Por
cierto, mira cómo me ha dejado el pelo de lustroso el champú de
caballo. Tal vez debería probarlo tu madre, a lo mejor le despeja la
mente.
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