Bluff! Ja,ja,ja... me
reí. Sí, me reí. No al pronto, minutos más tarde, cuando el
pseudoartista recorrió el espacio hierático como una esfinge.
Resultó cómico, un tanto teatrero.
Estábamos allí
tranquilos, un domingo por la mañana, los tres amigos conversando
después de haber degustado la exposición de ojos rasgados que
inmortalizaba la estancia de mi primo en China. El otro, el fotógrafo
de Mairena, se personó como cualquier dominguero curioso; sin
embargo, iba ataviado para la ocasión, de rojo y negro, como un
vulgar torero de feria. Del cuello, como seña de identidad, pendía
una Leica (nunca me enteraré si el modelo era el vetusto de 1913 o,
por el contrario, el último modelo telemétrico, la M9 de 2009).
Como un maniquí desfiló por las diferentes estancias del espacio
expositivo, sin hallar lo que al parecer le inquietaba. Se acercó al
mostrador del seguridad y preguntó si no había alguna exposición
más. Sí, dijo mi primo, ahí tiene otra muestra. El seudoartísta
giró entonces, y se perdió en el nuevo espacio. Ni tan siquiera un
minuto tardó en recorrerlo, salió espitoso como alma que se llevan
los demonios.
¿Te ha gustado la
exposición? -le preguntó mi primo.
¡No! No me interesa para
nada -espetó con malos modos. Yo también soy fotógrafo, estoy
exponiendo en Mairena.
Yo soy el fotografó -se
identificó mi primo, y añadió con cortesía-, aunque no te haya
gustado me interesa tu opinión.
Mi amigo y yo, por
respeto a mi primo decidimos apartarnos y les dejamos intercambiando
opiniones. Cuando se hubo marchado el curioso nos acercamos a mi
primo y nos fuimos a tomar unas cañas. Iré a ver su exposición
-dijo mi primo-, siento curiosidad.
Yo no tuve que
desplazarme a Mairena para ver la exposición del Fotógrafo de la
Leica, me bastó con buscar en el google. No, no se trata de Henri
Cartier-Bresson, ni de Robert Capa, ni mucho menos Sebastião
Salgado, y menos Alberto Korda, ni tan siquiera Sergio Larraín.
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