domingo, 20 de marzo de 2011

CRÍTICO


Percibo lamentos, que como una paradoja se multiplican en el aire. Salgo al patio, sin embargo es la radio del vecino la que canturrea. La gata no se inmuta, sólo me mira y me toca con la pata. Sorbo el café rancio y saboreo la torta crujiente. Son las siete y media pasadas.

He tentado al diablo y no me ha hecho caso, me castiga con su indiferencia. Después, cuando se sienta solo, que no me llame. Tendré su desprecio en cuenta.



2 comentarios:

Raquel Barbieri dijo...

Siento el aroma al café en medio del llamado a Mefisto. Quizás, se le haya acumulado cera en los oídos y es por eso que no oye el clamor del protagonista, o bien, se hace el distraído porque sabe que alguien más llegará. La vida es tan impredecible.

Besos :)

Makiavelo dijo...

Raquel, creo que le gusta hacerse el interesante porque sabe que lo necesitamos.
¿Dónde estaríamos sin el dichoso diablo?.

Besos.