viernes, 1 de octubre de 2010

ENTREVISTA

Nunca imaginé que mis apetencias culinarias pudieran atraer la atención de otros.

En la vida me he escondido, y además no he hecho alarde de mis gustos personales. Fue el azar lo que les llevó a detenerme; una de esas zancadillas que te pone el destino. Pasó un tiempo y vinieron varios al talego con sus cámaras. Me apuntaron que querían entrevistarme. Les dije que necesitaba meditarlo -la presentadora de este canal me explicó que cuando mis confesiones vieron la luz en la prensa escrita levantaron mucho interés, y que para un medio como el de ellos sería un puntazo el que me filmaran-.

En realidad les estoy haciendo un favor, porque a mí no me pagan por estar aquí.

Antes de ponerme delante de la cámara hice flexiones en el suelo y respiré hondo, y todo, según ellos, para no salir nervioso. Me río de mis nervios y no de los despojos con los que he sembrado la tierra. Cosas que otros hacen. Sobrado que se indigestan.

Bueno, la nena me indica con la mano que empiece, tienen la cámara lista.

Recuerdo que cuando les canté que la comunicación con mayores me resultaba difícil, que no tenía ni tengo amigos, me miraron extrañados y entre ellos, desde ese momento, aprecié gestos de complicidad durante el interrogatorio. Les confesé abiertamente que prefería a los niños, tan inmaculados, tan ingenuos; y sobre todo a los que remedan cochinillos, a los sonrosados.

Escuché entonces un golpe fuerte detrás del espejo, deduje que era la psicóloga que se había desmayado. Nunca llegué a conocerla, me habría gustado que me hubiese hecho el tercer grado. Mi reino por un pozo de petróleo. La sacaron en una camilla, como en las películas, con los pies por delante.

El interrogatorio continuó. Continuó durante varios días. Me sacaron de la trena y me hicieron pasear. Ahora me río, era como un yacimiento arqueológico, todo el terreno lleno de cordones atados a las puntas de hierro. Igual que en las películas. Me sentí como Indiana Jones dirigiendo las excavaciones.

10 comentarios:

Marina dijo...

Inquietante relato que puso mis bellos de punta y me hizo sentir un hormigueo en el estómago.
Genial.
Besos

Makiavelo dijo...

Marina, lo trágico no está exento de humor (humor negro). Lo leo en frío y la escena de la psicóloga
me hace reír.

Besos.

Marina dijo...

Bueno, vale. Lo he vuelto a leer y...puede dar risa, pero a la vez que el hormigueo ¿no?
jajajajaja
Besos de miedica.

Makiavelo dijo...

Marina, la vida no es un camino de rosas precisamente. Anoche, a pesar del drama, me reí viendo Desayuno en Plutón, que para nada es una comedia graciosa. Si no nos reimos de nuestra propia sombra otro lo hará.

Besos.

NoSurrender dijo...

Genial. Todos los géneros se mezclan para ser ellos mismos. Pero la comedia es el más ambiguo de todos ellos.

Ya lo decía Bolaño en Los detectives salvajes:

Todo lo que empieza como comedia acaba como tragedia.

Todo lo que empieza como comedia acaba como tragicomedia.

Todo lo que empieza como comedia acaba como ejercicio criptográfico.

Todo lo que empieza como comedia acaba como película de terror.

Lo que empieza como comedia acaba como marcha triunfal.

Todo lo que empieza como comedia indefectiblemente acaba como misterio.

Todo lo que empieza como comedia acaba como responso en el vacío.

Todo lo que empieza como comedia acaba como monólogo cómico, pero ya no nos reímos.

Makiavelo dijo...

NoSurrender, tienes razón la comedia es el más ambiguo.

A Bolaño no se le escapaba una, por esa razón está en los cielos.

Saludos.

mera dijo...

Me tomo la libertas condicional de asustarme. solo un poco.

Makiavelo dijo...

Mera, no es para tanto. Amigo, los hay peores.

Saludos.

Raquel Barbieri dijo...

A mí me hizo reír mucho la escena de la psicóloga sacada en camilla.

Muy bueno, Maki
Besos

Makiavelo dijo...

Raquel, creo que la confesión desarmó a la psicóloga. Algunas, tan estiradas como siempre.

Besos.