sábado, 16 de mayo de 2009

FALSA EXPECTATIVA

Empleó poco tiempo para llegar. Al entrar, se palpó buscando en la indumentaria objetos que pudieran activar la alarma: el zurrón por un lado, y por otro las cosas pequeñas, que depositó en la cesta, como hubiera procedido en cualquier aeropuerto. Se tocó el cinturón, pero decidió pasar por debajo del arco sin quitárselo y comprobar el grado de sensibilidad del detector de metales. Superada la primera prueba mostró la citación a la joven que mataba el tiempo junto al escáner comiendo gusanitos. ¡Sí! – dijo ella de forma taxativa al comprobar el escrito y añadió – Es en la primera planta, tome la escalera del fondo. Decidido, se dirigió hacia el lugar señalado por la mujer. Mientras subía, apreció la amplitud de la escalera, echó un vistazo a los escalones y encontró adecuada la altura y separación de la tabica por si se veía obligado por las circunstancias de correr escaleras abajo. Sin titubeos siguió las flechas que indicaban el destino, y cuando por fin entró en el juzgado número uno de primera instancia mostró el escrito a uno de los auxiliares al tiempo que su vista escrutaba el lugar buscando indicios que delataran la presencia de la jueza titular.

El auxiliar leyó rápido el texto y le aclaró que el procedimiento debía ser encauzado por lo civil, que su abogado debía obrar en consecuencia, y que ese tipo de accidentes, al haber lesiones, se solían resolver pactando ambas partes antes de llegar a la sala. Satisfecho, ojeó de nuevo el espacio antes de marcharse, se despidió del varón agradeciéndole la información y se dirigió de nuevo a las escaleras. Cuando bajaba se fijó en la pareja de cierta edad que le precedía, y recordó haberlos visto en la sala. Analizó sus indumentarias empleando más tiempo en la mujer. Concluyó que ella era la jueza, momento en el que la mujer se volvió sobresaltada como si la hubieran avisado del más allá de que estaba siendo observada. La pareja ralentizó su descenso mientras él se hacía el despistado y los adelantaba: no le merecía la pena encararse con ellos. Al salir de los juzgados descubrió a una pareja diferente, eran agentes que daban escolta a un joven que esposado con las manos atrás los acompañaba a buen paso. Los siguió durante un trecho seducido por la curiosidad, sintiéndose seguro de que podía actuar en cualquier momento, le parecieron presas fáciles. Al ver que entraban en el juzgado de guardia corrigió su camino hasta la parada del autobús. Al llegar aún permanecía estacionado el autobús que lo había llevado a los juzgados. Miró su reloj. En toda la gestión había empleado tan sólo diez minutos. Todo tan cerca y tan a la mano, y al mismo tiempo tan lejos, se dijo para sus adentros.
El autobús emprendió la vuelta.

14 comentarios:

Isabel chiara dijo...

Me pregunto qué quería con los dos policías y el pavo, comérselos? Estas micronarraciones de situaciones cotidianas son muy buenas, le das a la normalidad un aire transcendente.

Besos

Makiavelo dijo...

Hasta la fecha no me había percatado de lo interesentes que pueden ser esas acciones del día a día, aparentemenete tan monótonas.

Creo que más que comérselos pretendía jugar con ellos, y estimular la adrenalina. Sentir el peligro de cerca.

Besos.

Carlos Paredes Leví dijo...

Supongo que ante la intrascendencia que lo llevó hasta aquellas dependencias, por su imaginación pasó la idea de hacer algo "grande" que otorgara mayor trascendencia a su existencia. De algún modo, me recordó a todos esos que vibran con sólo escuchar la palabra "agente secreto" y se imaginan infiltrándose en ministerio o haciendo seguimientos. Para su desgracia, al día siguiente no pasan de vestirse un uniforme de Prosegur y apostarse a la puerta de un Mc Donald's-

Un saludo.

Makiavelo dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Makiavelo dijo...

Carlos, has acertado, él iba con sus miras y no voy a decir que se sintiera defraudado por los acontecimientos, pero sus expectativas se vieron eclipsadas por el sentido común y el conocimiento que estos entresijos tienen los oficiales de juzgados.

Salió desarmado.

saludos.

Isabel Pérez del Pulgar dijo...

Hasta el último momento me ha mantenido en la expectativa de si sería capaz de actuar..

¿No son los deseos de casi todos para exorcizar la cotidianidad?

Besos

Makiavelo dijo...

Isabel, creo que el personaje se mide mucho antes de actuar.
Algunos dirían que es precavido. Yo no lo sé.

Te diría que sí, que son los deseos de muchos.

Besos.

Raquel Barbieri dijo...

Makiavelo... yo ya no sé si lo mío es deformación profesional, si la ópera me ha atacado gravemente, pero al leer "Falsa expectativa", interpreté que el protagonista era el joven al cual la pareja escoltaba.
El encadenamiento de ideas, tras terminar la obra fue así en mi mente: Primero él ve a la pareja como jueza y otro, luego ve a la misma pareja como lo que son, policías, y el muchacho que va adelante no es otro sino él mismo... y el metal que no fue detectado por el sensor, no fue el cinturón sino las esposas.

Luego leí vuestros comentarios, volví a leer el texto, y descubrí otra historia.

En tal caso... gracias por la doble historia.

Besos :)

atikus dijo...

mmm...en un juzgado vete a saber cual es el momento más peligroso jeje...con tanta burocracia puedes perder los papeles en el momento menos esperado ;)

saludos

Makiavelo dijo...

Raquel,qué imaginación tienes.

Me voy a quedar con la idea, intentaré darle forma, es muy interesante esto. Me recuerda a esos trajes que diseñan sustentados por cremalleras, y que dependiendo del momento lo conviertes en una falda corta o en un pantalón vaquero.

Muy agradecido. Besos.



Atikus, efectivamente en el juzgado se pueden perder los papeles y la cordura muy facilmente.
Es mejor contemplarlos en las películas, a cierta distancia.

Saludos.

NoSurrender dijo...

mi última experiencia en juzgados se resolvió de la manera más surrealista posible: la jueza decidió que lo que yo había visto, junto con diez o doce compañeros de trabajo más, era mentira. Yo que el protagonista subiría a ese autobús y no miraría nunca atrás.

Dante Bertini dijo...

vengo desde raquel, impresionado con tu idea del tren y los que deciden apearse.

extraño relato, muy extraño

Makiavelo dijo...

NoSurrender, en los juzgados se tienen experincias paranormales.

Lo irreal de Lynch es pura anécdota.

Saludos.


Cacho de pan, sigo en mis trece con lo del tren, y además con traqueteo.

Gracias por la visita.

Saludos.

Marina dijo...

Creo que buscaba el poder de saber que podría hacer sin hacer. Eso le dejaba el ánimo alto y el eo satisfechao... pero en realidad, volvió al autobús porque tb sabá que no podía hacer otra cosa... buecar nuevas situaciones e inventar ser el amo de ellas... sólo eso.
Saludos despistados y abrazos varios