domingo, 6 de abril de 2008

CAPÍTULO SEGUNDO: CLARA DE GÜEVO

Clara de Güevo, nada más nacer, sufrió un desconchamiento, o sea, se escoñó. Arrastró en su caída parte de la cáscara pegadita en su costado. Una de las monjas que asistieron en el parto se persignó ante la visión y a punto estuvo de llamar por teléfono a Bueno Monreal para que estuviera al tanto y avisara al news paper del barrio para que lo publicara en primera plana destacando que no había recibido prima alguna. Las monjas, tan apañadas como siempre, hicieron alarde de sus conocimientos sobrenaturales y molieron la cáscara reduciéndola a polvo con el que condimentaron la dieta mediterránea asignada al par de carolinas -dos abejorros recién importados de Australia- entrenadas especialmente para entonar el mea culpa en días de obnubilación mediática.
Las beatas fueron más allá en sus elucubraciones y pensaron que algún pariente por parte de padre podría ser portador del gen de la cáscara amarga, lo que podría haberle provocado una infección en el útero materno y haber sido por este hecho tan malparida. Decidieron aguantarla un ratito, es decir unos añitos, hasta edad preescolar, y luego endosársela al doctor Calamar –director del Centro Psiquiátrico- para ver si con las ventosas de sus tentáculos podía bajarle la caries que presentaba la niña en sus molares. El problema no desapareció, sino que se agravó, por lo que el doctor decidió asegurarla de por vida por su cuenta y riesgo, y traspasarla a un convento de clausura para que nadie la viera en ese penoso estado. De este modo la encauzaría por vía divina garantizándole la pensión de orfandad.

15 comentarios:

Isabel chiara dijo...

Sólo leer la primera frase y me ha dado el ataque de risa. Yo, de pequeña, quise ser monja; ahora de mayor prefiero ser Clara de Güevo.

Un saludo

Carlos Paredes Leví dijo...

Usted está cada día más imaginativo....
Eso de desconchamiento me hizo pensar en otro tipo de asuntos, supongo que relacionado con mi orígen porteño y mis recientes vacaciones.
Un saludo, maestro.

atikus dijo...

Jajaja...yo sali un poco tortilla de queso, cosas de la vida!

que bueno

Saludos

Sibyla dijo...

Antaño, todo se arreglaba metiendo en un convento a la pobre criatura...
Una buena capa (hábito), todo lo tapa.

Ahora entiendo porqué se llaman "Clarisas".
Veo que sus elucubraciones surrealistas están alcanzando niveles insospechados...

Saludos:)

Makiavelo dijo...

Isabel, tomo nota de tus aspiraciones, las tendré en cuenta.

Saludos.


Carlos, es curioso ver como una palabra puede tener diferentes significados, dependiendo del país donde la emplees.

Saludos.

Atikus, es muy sano reirse de uno
mismo.

Saludos.


Sybila, durante un época el convento fue la salida para muchos males de nuestra cultura.
Has estado muy ingeniosa y acertada con las "Clarisas".

Saludos.

Monica dijo...

Yo también de joven quise ser monja...y cuidar niñas como Clara de huevo, Pata de cabra, Caracol de mar, niñas amigas mías que también habían tenido unos nacimientos espantosos. de puro taradas no más, porque hay que ser muy viva para salir de un canal tan pequeño, y quedar hecha una rosa.
Aquí no hay pensión por orfandad, si eres huérfana te pudres en horribles establecimientos, la mayoría cuidadas por monjas, lo que hace que todo este pensamiento sea circular, pero lo peor es que no se como empezó todo....me habrá contado mi madre la verdad sobre mi nacimiento ???
Habré nacido descascarada ???
Creo que me he metido en camisa de once varas o más...
Bueno, mejor me despido, estoy un poco mareada... pobre niña...que mala suerte...
Besos Maki

mera dijo...

Hay paises tan ricos que en vez de darles a las claras desconchadas una pensión de orfandad, les ponen un hotel de viudez, cualquier cosa que no se le noten las caries, solo enseñan las baraties. El humo pirólitico del horno es fatal para la salud mental. (pero ayuda a la producción).

Makiavelo dijo...

Monica, antes se estilaba que en las familias hubiera un hijo cura o una hija monja, ahora salen rana, punkis o melocotones en almibar. De todas formas hay que reconocer que las monjas prestan servicios donde otros no llegan.

Besos.



Mera, algunas políticas sociales condenarán a esos paises ricos a una legión de claras de huevo. Me pregunto si de ministro de cultura pondrán a Cabello de Ángel o a Huevo a la Bechamel. En ambos casos la decisión sería acertada.

Saludos.

Makiavelo dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
NoSurrender dijo...

la culpa es de ese doctor incompetente. Todo el mundo sabe que los tentáculos, como su propio nombre indica, deben tentar otras partes de la anatomía ¿no?

Eva dijo...

JAJAJAJA, es buenísimos desde la primera oración. Con estas curas suyas Don Makiavelo, mitad Iglesia, mitad enfermería no hay mal que se le resista.

Más historias locas, please :D

Un beso.

Makiavelo dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Makiavelo dijo...

Nosurrender ignoro si el doctor Calamar que de por sí cuenta con ocho brazos sabría en qué emplear sus dos tentáculos. Ja, ja, ja...

Saludos.



Eva la iglesia no tiene por que estar reñida con la ciencia, si se lo propusieran podrían formar un matrimonio bien avenido, en ese caso yo tendría que dejar de ejercer como curandero aficionado..

Besos.

Raquel Barbieri dijo...

Buenísimo Makiavelo... me quedo pensando en qué fácil era meter a las chicas en los conventos, como esconder ropa sucia dentro de los roperos o el polvo y las pelusas bajo las alfombras... la idea de que lo que no se ve, no existe...

un beso:)

Makiavelo dijo...

Raquel, me alegra volver a verte y leerte. El ser humano no siempre ha utilizado el ingenio de buenas maneras, y a los conventos y seminarios les busco otra utilidad que era la del escondite barato de las vergüenas familiares. Aquí tienden a desaparecer, no sé si por obra y gracia del Youtube.

Besos.