domingo, 9 de octubre de 2011

EN PARÍS

En esta ocasión, no apareció el mono para seducirme. Hurgué entre los viejos escritos de Ahmed, y entre cientos de páginas encontré relatada una de sus innumerables tropelías; para mayor desconcierto no estaba fechada. Yo, ni siquiera tenía conocimiento alguno de su posible viaje iniciático a París; y me acordé de aquella otra aventura, la de los desgraciados americanos que terminaron en manos de un licántropo. Asocié, por tanto, los gustos extremos de Ahmed, con aquella excentricidad Holibudiense.


Ahmed viajó a París desde Madrid el mismo año del tristemente célebre atentado de Atocha. Me consta que, a pesar de su autosuficiencia, Ahmed no hablaba, ni habla francés, por lo que deduzco que se auxiliaría de algún diccionario de bolsillo, amén de su sexto sentido con el que todo lo puede y decide, sin remordimientos, sobre el futuro, sobre tu futuro, mi futuro, su futuro y el futuro de los que están más allá. Como si dijéramos Dios.


En el escrito, Ahmed no habla de su equipaje; tampoco hace mención acerca de compañía alguna, por lo que estoy seguro de que Manfredi no lo acompañó en esta ocasión. Si hay algo que me gusta de Ahmed es el orden que ejerce, y la costumbre de hacer pequeños diarios, como el que precede a esta reflexión:


“Monsieur Plant solicitó mi presencia; de no haber sido así permanecería en Madrid escogiendo entre la chusma a la que estoy acostumbrado, y no en París como un novio buscando pareja. Plant es un cliente demasiado exquisito, remilgado, y tan exigente que nunca se tomaría la molestia de ir a visitarme. Por otro lado, encontrarte con un billete de avión en el buzón, y las llaves de este chozo en el centro de París, incluido un renault para los desplazamientos, son motivos más que persuasivos para sucumbir a sus pretensiones.


Resido cerca del Georges Pompidou. A pesar de preferir a los clásicos no descarto una visita relámpago a ése almacén de vanalidades, más por su biblioteca y su público que por los souvenirs de sus muros. De haber sido un pintamonas, no vendría a París como esos advenedizos, que gastando look de mugrientos se pasean por las galerías anhelando alcanzar la cumbre que aquí regalan. Todo, como siempre, es cuestión de dinero. Mi viaje no, no es por razones pecuniarias. Hay cuestiones que son impagables y, más cuando el placer y el éxtasis trascienden, valores por encima de todo.


Un ordenador y conexión a internet... Funciona ¡Maravilla! Esta noche no me moveré. Mañana me calzaré las zapatillas, saldré temprano, dejaré el coche ahí fuera, y me perderé. Dedicaré las noches a ejercitar mi olfato. Ahora, derecho a la cama.


Amanece en París y un gallo cacarea: original forma de dar los buenos días; aunque no debería extrañarme, el gallo lo es todo para los franceses, arrogantes y estirados. Me ducharé y saldré por el famoso cruasán, por fin voy a catarlo. En este barrio, las calles plagadas de tiendecitas me recuerdan a España, todo a la mano.


-Un croissant, s'il vous plaît.


Aquí viene, y parece que me ha entendido. No agriaré la mañana con el recuerdo del tendero, cortaré el cruasán, lo templaré a fuego lento y lo untaré con mantequilla.


Me pongo en marcha para ver a mi dama, mejor tomo el metro en Rambuteau y no malgasto energía. No, no la avisé de que pensaba visitarla, pero me imagino que ya le habrá dado el olor y sabe que estoy aquí.


No me van las colas, sólo me gustan cuando se forman para verme a mí; pero aquí nadie me conoce. Voy a descansar un poco y ahora entraré. Puedo constatar que el Louvre es como en los documentos que uno ve en televisión, siempre atestado de gente. Colas para todo; ya sea para ver a una momia de hace miles años, que para contemplar estos panderos de Delacroix que, vistos al natural, emulan carteles de feria publicitando la gala del fin de semana. A veces, es mejor una buena lámina, que un original tan desconchado y repintado.


Mírala, ahí está. Parece estar esperándome después de tantos años. Cualquiera pensaría que le escribo. ¡Cuánta gente! Chusma al fin y al cabo. Huelen bien, se nota que esta mañana se han duchado antes de venir a verla. Flashes y más flashes, a pesar de estar más que prohibido. ¡No se enteran! No te apures Mona, los dos sabemos que no te vas a ruborizar por verme. Eres uno de esos cadáveres por los que los años no pasan. Ahí, en tu cajita... Mírala, parece como si se alegrara de verme, pero no me hago ilusiones, lo nuestro es imposible. Cuánto daría por estar a solas contigo unos minutos. Me conformaré con desearlo. Tal vez en la otra vida lo logre. Creo que a lo largo de los siglos los has mantenido a todos confundidos, generación tras generación, por algo tan simple, ...por eso que llaman sonrisa y que no es otra cosa que la mueca de la muerte. Ya estabas fría cuando Leonardo te inmortalizó y jugó a confundir al mundo. Todo un reto, hacer un retrato a una difunta y dejar que otros desarrollen cientos de teorías acerca del por qué del gesto, de la composición, de tu identidad. Petrificados se quedarían si compartiéramos con ellos lo que tú y yo sabemos.


No me vayas a guiñar el ojo, que lo estropearías todo. Me marcho, pero antes voy a terminar de recorrer las salas que me quedan, por si encontrara alguna baratija perturbadora; aunque tanto como tú no creo. Ciao, antes de regresar a la península ibérica vendré otra vez a verte y a sorprenderte. No te vayas muy lejos, mi amor.


Otra vez colas y cierto desorden. Tanta alma congregada me ha despertado el apetito. El hambre me corroe las entrañas, hora de llevarse algo a la boca..


Pâtisserie, pâtisserie, y más pâtisserie... Me apetecería algo más natural, un poco de hígado tal vez, s'il vous plaît. No estoy para cortar el foie en rodajas de un dedo de ancho, ni para salarlo en una sartén sin aceite. Paso de calentar el aceite, y de freír el foie por ambos lados para más tarde volcarlo en el plato; no tengo tiempo para aderezarlo con oporto y esperar a que rompa a hervir; y menos aún de flambearlo; nada de pasas, nada de mermelada, nada de sal, ni mancharlo con una cucharada de nata liquida; para nada el caramelizado que cubra el foie ni, por supuesto, acostarlo en biscotes de pan. Un colmado, una pâtisserie, una lata de buen hígado envasado al vacío y, tras la ingesta, me tumbaré sobre la yerba de los Elíseos, dejando que Morfeo me embargue a la sombra generosa de un árbol.


Es temprano aún; aunque el deseo me tienta, no caeré en ello. Plant vive en Faubourg Saint Germain, el barrio de los excelsos. Su consulta está cerca de la capilla de Santa Teresa, y allí compartirá espacio con Ofelia, porque es donde envío sus pedidos. Disfrutará escrutándola. A Ofelia.


Paso, me recogeré temprano y me enfrentaré al ordenador antes de irme a la cama.


Ring....ring..., ring..., ¡Qué oportuno!


-Señor Ahmed, soy Ofelia, la hermana de Paulin. Lamento decirle que mi hermano ha sido ingresado esta tarde en el hospital, y los médicos han prohibido las visitas. Siento que haya venido usted a París para nada. Cuando mi hermano se encuentre mejor lo llamará. Adiós señor Ahmed, disculpe...; que disfrute de su estancia y tenga feliz regreso.

-Pero... ¡Oiga, oiga!

6 comentarios:

Guido Finzi dijo...

Me has traido recuerdos de París y abierto el apetito. Como estoy lejos acostado, y es tarde, me voy a quedar con la ganas de viajar o de comer algo. El consuelo que me queda, es que no me pretende seducir ningún mono. Ni las veces que fui a París, ni en los años que llevo viviendo en Madrid.

Un abrazo

Makiavelo dijo...

Qué lejos queda París. Ya me gustaría verle la cara al mono que seduce al escritor. Ja,ja,ja...
Qué bueno que se te acabaron las vacaciones.
¿Cómo te fue por Lanzarote?

Abrazos.

Guido Finzi dijo...

Lanzarote? en mi vida he estado allí. Anduve por Galicia y Roma.

otro abrazo

Makiavelo dijo...

Para las próximas espero verte por allí.
No te puedes perder el Mirador del Rio, las Montañas del Fuego, el Risco de Famara y un largo etc...

Abrazos.

Guido Finzi dijo...

che, volvé de París, o de Lanzarote, o de dónde estés, y escribí algo nuevo...

Un saludo, Maestro

Makiavelo dijo...

Maestro, está cociéndose a fuego lento.

Saludos.