domingo, 21 de noviembre de 2010

NETWORKING

Internet, ese páramo sobrecogedor, emula la América de antaño, la de los colonos, la de la pepitas de oro, en definitiva: la tierra de las oportunidades. Una ingente masa de despistados y oportunistas tratan desde hace años de hacerse con la veta de oro, con la pepita que les asegure la vejez y el despilfarro. Cuatro viejos sobrados de dinero, buitres del despojo, encumbrados por el desconocimiento se turnan en un discurso paralelepípedo, encaramados sobre una mesa de camilla desde donde dirigen una disertación trasnochada -llena de baches y lagunas- a esos recién llegados, algunos con corbata, otros con mochilas y aros sedientos de la fórmula fácil.

Los viejos se regodean en sus comienzos y de cómo con su avaricia se aprovecharon de las miserias de muchos inocentes. Ahora, ricos y aburridos, han desarrollado una nueva adicción y se juegan al tute los dominios, proyectos y webs de otros. Sesenta de los congregados se frotan las manos y, con cervezas en la mano, se miden como gallos en corral ajeno, intercambian tarjetas, practican el networking. Gimnasia saludable para lerdos. Mientras, un puñado de marginales a dos cuadras más abajo, se refugian en la vieja fabrica abandonada y se protegen del frío alrededor de una fogata. Estos comparten sus miserias del día a día, los desperdicios de los contenedores y sus cartones para protegerse del frío.

¡Qué bella es la vida!