Estoy seguro que tu caso lo atraerá hasta mí: lo percibo como una mosca a punto de caer en mi atrayente y tupida tela de araña, en la que tú, lamentablemente, has sido el cebo. No hay lugar para las lágrimas, me marcho.
Aguardaré cómoda y pacientemente en la habitación del hotel, confiado en mi suerte, desafiando las leyes del equilibrio con el revólver y una única bala en la recámara con un nombre marcado:
S Á N C H E Z.
6 comentarios:
Un thriller total....lo que pasa que escribes tan espaciado que en ese lapso de tiempo entre subida y subida se disipa la tensión......
Besos
Ja,ja,ja, ¡tiempo! ¡más Tiempo le pido al reloj!
24 horas al día son escasas.Dan para poco.
Besos.
Muy bueno, Maestro. Me quedé con ganas de más, así que voy a releerlo.
Un saludo
PD: Me gusta eso de las balas predestinadas; me trae a la memoria un viejo texto mío sobre un escritor que se suicida.
Con esas cualidades Sanchez debería estar en los negocios... Seguimos esperando.
Guido, yo también me pregunto por el final.
El suicidio es uno de los recursos más saludables del escritor incomprendido.
Saludos.
Raquel, espero que el bocadillo no sea de atún. Sánchez es capaz de cualquier cosa.
Besos.
Mera, creo que es un hombre que sabe hacer negocios. Yo también voy a esperar.
Saludos.
me encanta...
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