domingo, 8 de marzo de 2009

HAZAZEL

Bajo la atenta mirada del macho cabrío que todo lo ve y todo lo puede se asomó, despechugada, y silbó de forma envolvente. Aún así, ella no le hizo el menor caso, siguió su camino errático hacia un túnel sin salida. Se perdió por entre los electrodomésticos del viejo que había decidido, nada más verla, abandonarla en la vía pública como si fuera un chirimbolo. La del silbo, su amante y la sacerdotisa indagaron sobre el paradero y gracias a las indicaciones de los aldeanos supieron del lugar donde se guarecía. Fueron recibidos con indiferencia por el guardián, que pasó por alto los protocolos y, libre de prejuicios, les permitió el acceso hasta los confines donde la musaraña se había refugiado. Agarrada con fuerza -el amante la miró fijamente a los ojos-, le anudó la soga al cuello y la arrastró por la calle convertida en el hazmerreir de todos. Ella aguantó el tipo hasta que fue introducida otra vez en el corral. Con el hierro al rojo la marcaron en el costado: el número de la suerte, seiscientos sesenta y seis, un número capicúa. Durante la noche, antes de que la luna alcanzara su plenitud sería objeto de rituales atávicos, el sacrificio tendría lugar cuando la luna les regalara con su luz.

Poseída por los convocantes, alumbraría meses más tarde a la reencarnación del demonio. Sería la madre analfabeta del infierno hecho carne. Durante los meses que duró el embarazo fue vigilada constantemente, se la observaba hasta cuando se agachaba sobre la escudilla. Pasó el tiempo y los cielos anunciaron con rayos y truenos el advenimiento. Se la colocó sobre el altar, y se aguardó la aparición del padre invocado, que materializado lució su espléndida cornamenta.

La otrora virgen no clamó, cerró sus ojos y con vehemencia hizo fuerzas mientras su abultado vientre crecía a la vista de todos. Una pequeña incisión ayudó a liberar al primogénito, de incipiente pero puntiagudas astas. Su rostro lucía una sonrisa malévola, parecida a la del Gran Cabrón que todo lo ve, su papá. Apartado de la madre se lo mostraron a Él para recibir su aprobación y ser bendecido. A la madre se le cerrarían los ojos para que no se alterara con la visión del engendro durante el tiempo de lactancia. Concluido este período, sería bautizado en el Mar Muerto e instruido en las viejas enseñanzas; pasados los años, el primogénito bramaría con solvencia a la masa condenada a servirle: la nueva generación de cabrones.

15 comentarios:

Raquel Barbieri dijo...

Oh my God!
(me hizo erizar la piel)

El texto me trajo imágenes que me hicieron sentir que esto ha ocurrido ya más de una vez desde que el mundo existe...

Buenísimo, Makiavelo

Besos

Vill Gates dijo...

Escribir sobre estas cosas no es fácil por lo menos para mi. No es miedo, es simple respeto hacia realidades desconocidas, que repelen la conciencia de los que si creemos en otros Alumbramientos.
Pero para que brille la luz, necesariamente, debe de existir también entre nosotros la tiniebla.

Makiavelo dijo...

Raquel, no te quepa la menor duda de que ha sucedido. Es mucha la incultura de algunos adinerados que practican ritos satánicos.

Besos.


Vill, tenía ganas de tocar el temita, que lógicamente da para mucho más. El bien y el mal conviven, se necesitan el uno al otro para dar sentido a sus respectivas existencias.

Saludos.

Carlos Paredes Leví dijo...

Me parece que a este Anticristo ya se le adelantaron......al menos en cuanto a intenciones...

Un saludo.

Makiavelo dijo...

Carlos, este es el de siempre reinventándose una vez más, y con hambre, mucha hambre de nuevos acólitos.

Saludos.

mera dijo...

Les sucede a todas las sociedades, no hace falta mucho ritual para engendrar cabrones. Una discrepancia sus madres, cuando los miran- sabiendo lo que son - piensan: "un campeón". Un abrazo.

Isabel chiara dijo...

Es verdad que se paren muchos de estos a diario, y sin tanta parafernalia, y luego los dejan sueltos, para que hagan ostensión de su origen cabrón.

Muy bueno y muy real.

Un besote

atikus dijo...

a partir de ahora voy a jugar en el sorteo de navidad al 666 no sabía yo eso que el diablo trajera suerte ;)

saludos!!

Sibyla dijo...

Un texto con visos apocalípticos, profético y con referencias a Baal!

Alguien da más?

Eso del número capicúa, me suena a muy catalán, ¿o no?

Un abrazo:)

SDVB dijo...

Makiavelo, me encantó el relato. Desgraciadamente no faltan los hijos de puta. Donde uno menos lo espera se puede topar con uno de ellos.

Muchos saludos desde Chile.
Un abrazo.

Makiavelo dijo...

Mera, sí, en todas!! Las madres suelen volverse ciegas, es más fácil mirar hacia otro lado.

UN abrazo.


Isabel, se reproducen como las ortigas, y son aun más dañinos.
Se necesita un buen herbicida.

Besos.



Atikus, quizás me apunte al número y juegue. Nunca se sabe donde puede tocar.

Saludos.



Sibyla, es un texto para un tema cáustico.

No podemos perder el norte y olvidarnos de Barnápolis, que tanto tiene para ofrecer.

Un abrazo.


SDVB, creo que esa clase de hijos no faltaran nunca.

Lamentablemente, por aquí los tenemos encima.

Un abrazo.

Juan Pablo dijo...

Ahora sí tengo una buena excusa para tomarme un Lexotanil!!

Makiavelo dijo...

Juan Pablo, el Lexotanil tiene muchas contraindicaciones, te aconsejo mejor el Prozac, que es como la aspirina, sirve para todo.

Saludos.

NoSurrender dijo...

Buf, con esa descripción tan certera, ¡estoy convencido de que ahora trabaja en mi oficina!

Makiavelo dijo...

NoSurrender, más de uno tendrá que ir de pùntillas para pasar desapercibido.

Saludos.